viernes, 3 de abril de 2009

Vida y muerte de Alfonsín o la historia de las metamorfosis del capitalismo







¿Qué les pasa a miles de argentinos? ¿acaso se olvidan de la historia?.



A propósito de la muerte de Raúl Alfonsín es nuestro deber histórico ser crítico , es decir , parafraseando a Marx : no aceptar ninguna realidad como dada.



¿Acaso no se acuerdan que tanto la dirigencia peronista como radical de ese entonces avaló el golpe militar y los radicales tantos otros golpes anteriores?¿Quizás la memoria les falle para saber que tantos unos como otros no pudieron sostener ningún plan económico y nos hundieron en una miseria espantosa gracias a la hiperinflación , en el caso de la época de Alfonsín, como manifestación cúlmine de su proyecto?



"Con la democracia se como, se educa, se cura".Si muchos creyeron eso, pero desde el proyecto liberal que siguieron implementando, barnizado de socialismo a la burguesa, eso nunca sucedió: hiperinflación, pobreza, imposición de planes de estudio a través del Congreso Pedagógico, el circo del Juicio a la Junta, que pongámosle ingenuamente se parió con buena intención; pero terminó en la Obediencia de vida y con todos los represores impunes: "la casa está en orden" , ¿la casa de quiénes?.



Anteriormente la bajada ideológica de la terrible Teoría de los Dos demonios, apoyándose en intelectuales burgueses que apoyaron a la dictadura como Ernesto Sábato (léanse declaraciones del mismo después del almuerzo que tuvo con los militares a los pocos días del golpe), como la periodista "crítica" que nunca molestó a la dictadura porque sino hoy no estaría viva Magdalena Ruiz Guiñazú quien sigue defendiendo tenazmente a estas alturas ésta nefasta teoría.1., entre otros.



Los radicales marchaban cantando "zurdos atrás el pueblo quiere paz".¿Qué paz, la del olvido?, el no recordar la historia no nos trajo paz.



Después al "gran demócrata" no le tembló el pulso para mandar a fusilar por la espalda o quemar vivos a los compañeros, que aunque coincidamos o no con el análisis político que hicieron en su momento, tomaron La Tablada y aun habiéndose rendido la mayoría fue fusilado, desaparecido y encarcelados sin juicio por muchos años.Por aquella época también al igual que en el gobierno militar que le precedió se cajonearon los expedientes del investigador sobre la fraudulenta Deuda Externa, que demuestra seriamente que ésta deuda es impagable e ilegítima.¿A qué intereses respondió entonces?.



Luego el no poder terminar el mandato, el proyecto político radical cae por su propio peso.



¿Qué hace Alfonsín, quien defiende hasta sus últimos días todo su accionar? firma el Pacto de Olivos con Menem , a espaldas de todo el pueblo argentino, lo que implicó cambiar la constitución para que los poderosos de turno se enquisten en el poder por mucho tiempo.



Alfonsín "el gran demócrata"ha fallecido, pero no por eso hay que dejar de pensar críticamente, recordar y permitir que nos vuelvan a joder de esa forma.



¿Qué sino creo en la democracia? le plantearon a Hebe Bonafini, en otras épocas , ella contesta "Es que nunca la conocí".



Nosotros decimos esto no es otra cosa que la democracia burguesa, y entra con palos, con gases, con balas, represión, ignorancia y hambre.



La pucha, no porque muera alguien se convierte en algo que no fue.



Quiero creer como me dijo hoy un compañero de lucha que la inmensa manifestación que acompañó sus restos también demuestra que el pueblo argentino repudia masivamente la dictadura y entonces el Nunca Más cobra mas fuerza que nunca.
1.
Teoría de los dos demonios

Los actuales juicios a quienes en los años de plomo cometieron crímenes de lesa humanidad vuelven a poner en escena la difundida interpretación que presenta la teoría de los dos demonios: la imagen de un conflicto acotado a dos fuerzas, una guerra de aparatos armados entre dos extremos igualmente violentos, que coloca al resto de la sociedad al margen de toda confrontación, al asignarle el papel de víctima pasiva e inocente del accionar irracional de la guerrilla y las fuerzas armadas.
Esta concepción, devenida en sentido común, encierra una visión falaz y estereotipada porque:

Primero, al demonizar a los sectores enfrentados impide comprender que la violencia es un acto profundamente humano que no obedece a procesos demoníacos sino ideológico- políticos.

Segundo, oculta las diferencias irreductibles que las FFAA y las organizaciones armadas presentaron en términos de entidad y responsabilidad. Por un lado, la responsabilidad penal, pero básicamente política de las organizaciones armadas, especialmente de su dirigencia, que abandonaron la tarea política para privilegiar una concepción militarista del poder. Una violencia elitista que las alejó del pueblo y a la vez ofreció el marco justificatorio para la represión militar. Por otro, la responsabilidad de las FFAA, con dominio del Estado, un Estado al que se le confiere el monopolio de la fuerza física para garantizar la vida de los ciudadanos, para proteger a la sociedad del hombre lobo del hombre, que con su accionar retornó al tiempo de las cavernas. La militarización del Estado argentino significó la aplicación de una política de represión masiva, sistemática, y clandestina que hizo del secuestro, la tortura y la desaparición, un método y una práctica institucionalizada y permanente. . Tercero, plantea los sucesos de los ‘70 como ajenos a la responsabilidad pasada y presente que le cabe a la sociedad, excluyéndola de la responsabilidad que tuvo en la gestación de estos procesos al otorgarle el papel de mera e inocente espectadora. Sin embargo, como ha sido comprobado, no hay terrorismo de Estado sin la complicidad de la sociedad civil, sin la participación activa de muchos, sin la conformidad de otros tantos y el silencio alienado de las mayorías.
¿Qué pasó con las clases dirigentes?. La teoría de los dos demonios cumple una significativa función exculpatoria para un importante núcleo de empresarios, intelectuales, religiosos, sindicalistas, periodistas, fuerzas partidarias y políticos que no sólo dieron un consentimiento tácito sino que promovieron y gestaron condiciones que posibilitaron el terrorismo de Estado. .El verdadero sentido de la dictadura fue el de desactivar – disciplinar todo actor individual o colectivo, que con sus pensamientos o acciones tendiera a modificar la situación de poder existente, a fin de imponer sin resistencias un orden económico neoliberal concentrador y excluyente. Un modelo que lleva a la economía transnacionalizada a codeterminar la política y a la sociedad de mercado a reducir al hombre al papel de consumidor – apropiador, espectador y no actor de decisiones que afectan profundamente su vida. Por ello, si bien la responsabilidad colectiva debe distinguirse de la culpabilidad de los criminales, la persistencia de la teoría de los dos demonios vuelve a interrogarnos sobre las profundas relaciones entre dictadura y sociedad, y demanda estudios más exhaustivos que permitan contribuir al esclarecimiento de uno de los períodos más dramáticos de nuestra historia.
























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